Resumen IEF primer semestre 2024





El escenario externo continúa siendo la principal fuente de riesgos para la estabilidad financiera local. En un contexto donde las condiciones financieras globales continúan estrechas, persiste la incertidumbre acerca del inicio y velocidad de la reducción de la tasa de política monetaria en EE. UU., lo que ha afectado las tasas de mercado de corto plazo y puede generar correcciones abruptas de las elevadas valoraciones que muestran algunos activos financieros. Adicionalmente, las tasas de largo plazo permanecen en niveles elevados y los riesgos en torno al endeudamiento soberano son relevantes a nivel global. El desfase entre los ciclos económicos de economías emergentes y desarrolladas, los elevados niveles de deuda y las vulnerabilidades en segmentos de los mercados de crédito pueden estrechar aún más las condiciones financieras para los emergentes. Las tensiones geopolíticas mundiales se mantienen elevadas y sus potenciales efectos sobre la inflación contribuyen a aumentar la incertidumbre respecto del curso de la política monetaria en las economías avanzadas. En lo interno, la economía ha resuelto los significativos desequilibrios macroeconómicos de años previos, aunque la profundidad del mercado de capitales continúa en niveles bajos. La reducción de la inflación y de las tasas de interés de corto plazo ha contribuido a normalizar el endeudamiento y la carga financiera de hogares y empresas, en un contexto de actividad crediticia acorde con la evolución del ciclo económico. La economía está recuperándose, no obstante algunos sectores muestran un rezago, lo que ha elevado el impago hasta niveles altos en perspectiva histórica. La banca ha gestionado de forma adecuada y preventiva estos desarrollos, acumulando niveles relevantes de provisiones. Ello le permite, junto con apropiados niveles de liquidez y capital, enfrentar adecuadamente los escenarios de tensión. Con todo, la banca deberá continuar preparándose para los próximos desafíos que enfrenta, asociados a la convergencia hacia Basilea III. Finalmente, la situación macrofinanciera externa releva la importancia de seguir fortaleciendo la resiliencia de los agentes locales y del mercado financiero.

SITUACIÓN DEL SISTEMA FINANCIERO

A nivel global, persiste la incertidumbre acerca del inicio y velocidad de la reducción de la tasa de política monetaria en EE. UU., lo que ha afectado las tasas de mercado de corto plazo en dicha economía y puede generar correcciones abruptas de las elevadas valoraciones que muestran algunos activos finacieros. Las tasas de interés de largo plazo en las economías desarrolladas se encuentran elevadas en perspectiva histórica. Esto ha permeado a la economía local, donde las tasas de los créditos hipotecarios y comerciales de mayores plazos se han mantenido también en niveles altos. En contraste, las tasas cortas han disminuido en línea con los recortes de la TPM en Chile. Ello ha aliviado la situación financiera de empresas y hogares. No obstante, se observa un aumento relevante del impago en sectores más rezagados en la recuperación, ante lo cual la banca cuenta con niveles adecuados de provisiones y capital para enfrentar escenarios de mayor deterioro.

La Reserva Federal (Fed) ha adoptado un tono más cauto y los mercados han postergado el momento en que estiman se iniciaría el proceso de reducción de la Fed Funds Rate (FFR). En EE. UU., desde inicios de año, la persistencia de la inflación de servicios, junto con las positivas cifras de consumo privado y un mercado laboral que continúa estrecho, han elevado la preocupación por su convergencia inflacionaria. Esto ha llevado a correcciones al alza de las proyecciones de crecimiento para el año en curso, con expectativas de mercado indicando que el primer recorte de la FFR se daría hacia la última parte del año, más tarde que lo previsto en el Informe anterior (Grafico 1.1).

Las tasas de interés de largo plazo han subido en EE. UU. y otros desarrollados, dinámica que se ha traspasado a las economías emergentes, incluido Chile. La tasa a diez años plazo de EE. UU. se ubica en 4,6%, 230pb por sobre el promedio de la última década (Grafico 1.2).. Para el promedio de las economías emergentes la tasa a diez años alcanza 8,5%, mientras que para desarrolladas se ubica 3,8%, lo que se compara con 6,7% y 1,9% para la última década, respectivamente. En particular, el alza de las tasas largas en EE. UU. se ha dado en un entorno de mayor preocupación sobre la situación fiscal en ese país. A lo anterior se agregan las perspectivas de mayor gasto en economías avanzadas debido a, entre otros, las mayores demandas de recursos asociados al cambio climático y los conflictos geopolíticos. La evolución futura de las tasas de largo plazo depende también de factores estructurales como los cambios demográficos y los patrones de ahorro global, lo que contribuye a la mayor incertidumbre sobre su nivel en los próximos años (BCCh ND N°1).

 
Gráfico 1.1: Tasas de Política Monetaria
(porcentaje)
 
(*) Series en promedios trimestrales de la TPM de cada país. Los rombos corresponden al valor efectivo de la TPM al cierre estadístico. Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 1.2: Tasas soberanas a 10 años
(porcentaje)
 
(*) Desarrollados considera a: Australia, Canadá, Corea, Dinamarca, Estados Unidos, Noruega, Reino Unido, Singapur, Suecia y Zona Euro (no incluye a Portugal ni Grecia). Emergentes incluye a: Brasil, Chile, Colombia, Hungría, India, Indonesia, México, Perú, Polonia, Sudáfrica, Tailandia y Turquía. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de Bloomberg.
 
 

La valoración de algunos activos financieros a nivel global continúa elevada. En línea con mejores perspectivas económicas, positivos resultados de empresas y un mayor apetito por riesgo, los mercados bursátile en la mayor parte de las economías continuaron mostrando buenos rendimientos en los últimos meses. Además, se observa una disminución de los spreads corporativos en las economías desarrolladas y los indicadores de volatilidad se mantienen en torno a los niveles promedio del último año. No obstante, se han observado episodios de reversión, que reflejan una alta sensibilidad de los mercados financieros frente a noticias negativas, como lo ocurrido a mediados de abril producto de tensiones geopolíticas.

A nivel local, la economía resolvió los significativos desequilibrios acumulados en años previos. La inflación tuvo un rápido descenso desde los máximos de 2022 y se ubica en niveles cercanos a la meta de 3%. El gasto interno se ajustó, disminuyó el déficit de la cuenta corriente y la brecha de actividad se redujo. Los indicadores de estrés e incertidumbre local se ubican en torno a niveles prepandemia, mientras la volatilidad de las tasas de interés se ubica por debajo de lo observado en un grupo de economías comparables (Grafico 2.1).

Las tasas de interés de corto plazo se han reducido, reflejando de forma normal los recortes de la Tasa de Política Monetaria (TPM). Desde julio de 2023 a la fecha la TPM se ha reducido 475pb, lo que se ha traspasado a las tasas de interés de corto plazo, como los créditos comerciales y de consumo, que han caído 420 y 340pb, respectivamente (Grafico 2.2).

 
Gráfico 2.1: Cuenta corriente
(porcentaje del PIB)
 
Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 2.2: Tasas de colocación comercial, consumo y TPM
(porcentaje)
 
(*) Tasas promedio totales para cada tipo de crédito. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF.
 
 

Sin embargo, las tasas de interés de largo plazo locales se han mantenido elevadas en perspectiva histórica, reflejando el escenario externo. Al cierre estadístico de este Informe la tasa de los BCP10 se ubicaba en torno a 6%, este mayor nivel de la tasa base —en conjunto con un alza en los spreads— se ha traspasado al costo de financiamiento corporativo local de largo plazo. Los spreads para empresas presentaron leves aumentos en los últimos seis meses, lo que mantiene las tasas de mayores plazos en niveles altos en perspectiva histórica, al tiempo que este tipo de emisiones continúa mostrando bajo dinamismo. A su vez, las emisiones bancarias locales se han realizado a plazos más cortos y con spreads por sobre lo observado en el Informe anterior. Asimismo, los spreads de financiamiento para algunos Oferentes de Crédito No Bancario (OCNB) también han aumentado.

Las mayores tasas de largo plazo también han afectado el costo de los créditos hipotecarios, en un contexto donde el dinamismo del sector inmobiliario residencial se ha mantenido bajo por varios trimestres. Las vulnerabilidades identificadas en Informes anteriores siguen presentes en este sector. Así, ha continuado aumentando el stock disponible de viviendas terminadas para la venta, la rentabilidad del arriendo ha caído y se ha observado una mayor vacancia. En este entorno, se ha elevado el impago de las empresas del sector y se ha restringido su acceso al crédito. Esto se ha visto mitigado por una menor carga financiera, dadas las menores tasas de interés de corto plazo.

Los indicadores de profundidad del mercado financiero no se han recuperado y se mantienen por debajo de los observados previo a la pandemia. Un mercado de capitales de menor tamaño incide en las condiciones de financiamiento de mediano y largo plazo y tiene menos capacidad de mitigar los shocks externos que pueda enfrentar la economía (IEF, primer semestre 2022). Asimismo, los altos vencimientos de deuda local pública y privada en lo venidero pueden ejercer mayor presión al alza sobre las tasas y los spreads de financiamiento dada la menor demanda por activos financieros locales.

Los antecedentes presentados en el último Informe de Finanzas Públicas indican que la deuda pública continuaría en torno a 41% del PIB en los próximos años. No obstante, el Consejo Fiscal Autónomo (CFA, abril) ha relevado una serie de riesgos que podrían afectar dicha trayectoria, lo que es particularmente importante de considerar en un escenario en que las tasas de largo plazo se mantengan elevadas por un tiempo prolongado. Mantener la prudencia en las cuentas fiscales es fundamental para que la economía disponga de financiamiento externo sin alzas relevantes en su costo.

El endeudamiento agregado de las empresas no financieras aumentó al cierre del 2023, situándose en 114% del PIB, explicado fundamentalmente por el aumento de la Inversión Extranjera Directa (IED) y el efecto valoración derivado de la depreciación cambiaria. Ello contrasta con la actividad crediticia que permanece débil al igual que la emisión de bonos corporativos. Por su parte, las empresas de mayor tamaño —que reportan sus estados financieros a la Comisión para el Mercado Financiero (CMF)— redujeron su rentabilidad, ubicándose en niveles cercanos a su promedio de los últimos veinte años. Asimismo, muestran ratios de endeudamiento, liquidez y cobertura de intereses cercanos a sus promedios históricos, sin descalces relevantes de moneda.

En el caso de las empresas que se financian con la banca local, los indicadores financieros presentaron una leve mejora, aunque algunos grupos permanecen rezagados en su recuperación. Así, se observan mayores niveles de ventas y una recuperación de márgenes operacionales (Grafico 3.1). También se aprecia una reducción de su carga financiera, producto de las menores tasas de interés de corto plazo. No obstante, ciertos grupos identificados en Informes previos se encuentran rezagados en su recuperación, como las empresas de menor tamaño, las que obtuvieron créditos Fogape-Covid y de los sectores Comercio, Construcción e Inmobiliario, lo cual ha llevado a aumentos en su impago.

La situación financiera de los hogares también se ha ido estabilizando, en un contexto de aumento de los ingresos y reducción de la carga financiera, dadas las menores tasas de interés en créditos de corto plazo. La deuda agregada de los hogares se mantuvo estable. En el segmento hipotecario, el crecimiento del crédito continúa bajo, mientras en consumo no se verifican nuevos aumentos en el uso de deuda rotativa. Esta, por su menor plazo y mayor costo que otros créditos de consumo, está más expuesta a cambios en las tasas de interés. A su vez, los indicadores financieros de los hogares, como la carga financiera, han seguido mejorando. Según la Encuesta de Crédito Bancario, las condiciones de oferta de crédito para los hogares no presentaron cambios significativos en el primer trimestre del año, manteniéndose restrictivas, mientras que la demanda acentuó su debilitamiento.

La actividad crediticia permanece con un desempeño acorde con el ciclo macroeconómico local. Por carteras, las colocaciones hipotecarias mantuvieron tasas de crecimiento positivas, mientras las colocaciones de consumo, tanto bancarias como de OCNB, mostraron bajo dinamismo (Grafico 3.2). Por su parte, las colocaciones comerciales se mantienen con tasas de crecimiento negativas, lo que estaría explicado principalmente por factores de demanda. En efecto, la Encuesta de Crédito Bancario del primer trimestre indica que la demanda por financiamiento se debilitó respecto del trimestre previo, principalmente por menor inversión. Por su parte, las condiciones de oferta se perciben similares a las del trimestre previo.

 
Gráfico 3.1: Márgen operacional
(índice 100=ene.18)
 
(*) Empresas con financiamiento bancario local. No considera personas. Estratos de ventas definidos a diciembre 2021. Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 3.2: Crecimiento de las colocaciones
(variación real anual, porcentaje)
 
(*) Basado en estados financieros individuales, excepto consumo consolidado local que incluye colocaciones de Sociedades de Apoyo al Giro. Línea vertical corresponde a cierre estadístico del IEF anterior. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF.
 
 

En el sector bancario, los indicadores de impago aumentaron, alcanzando niveles elevados en perspectiva histórica. Para el segmento comercial, este aumento sigue explicado mayormente por empresas que accedieron a créditos Fogape durante la pandemia, de menor tamaño y de los sectores Comercio, Construcción e Inmobiliario. En personas, el impago también ha aumentado, alcanzando máximos de la última década para el segmento de consumo, mientras, en el segmento hipotecario el impago, si bien crece, continúa en niveles relativamente bajos (Grafico 4.1). Asimismo, la morosidad de consumo también se mantuvo elevada en los oferentes no bancarios.

El aumento de los indicadores de riesgo de crédito encuentra a la banca con niveles adecuados de provisiones y mayores garantías. Por otra parte, la rentabilidad de la banca continúa su proceso de ajuste a niveles prepandemia, con menores márgenes de reajuste y márgenes de intereses que han tendido a recuperarse, en un contexto donde los bancos han ido ajustando su estructura de financiamiento, disminuyendo su duración. Con todo, mantienen adecuados niveles de liquidez tras el primer vencimiento de políticas de apoyo establecidas durante la pandemia. La banca ha avanzado en adecuar sus niveles de capital acorde con las mayores exigencias regulatorias en el proceso de convergencia hacia Basilea III.

DESARROLLOS DE REGULACIÓN FINANCIERA

A nivel global, luego de los eventos de marzo de 2023 en la banca internacional, comienzan a materializarse iniciativas orientadas a fortalecer la supervisión bancaria. El Comité de Supervisión Bancaria de Basilea incorporó ajustes a sus principios de regulación prudencial y supervisión bancaria, incluyendo el marco aplicable a bancos de importancia sistémica a nivel global (G-SIB). Mientras, EE. UU. está en proceso de nivelación del marco regulatorio aplicable a los bancos según su tamaño.

A nivel local, se consiguieron avances relevantes en la agenda de política financiera, con iniciativas en ámbitos de regulación prudencial y referidas a sistemas de pagos. Finalizaron diversas iniciativas impulsadas por el Banco Central como la modernización cambiaria, la puesta en marcha de dos nuevas infraestructuras para los mercados de pagos de bajo valor y operaciones en moneda extranjera y la definición de nuevos límites de inversión en activos alternativos para los Fondos de Pensiones y de Cesantía. En cuanto a regulación prudencial bancaria, continúa la convergencia a estándares de Basilea III, y destaca la aplicación de los cargos de capital por “Pilar 2” como resultado del proceso supervisor por parte de la CMF. También avanza la implementación de las leyes Fintec y de Resiliencia en el Sistema financiero, se publicó la Ley Marco sobre Ciberseguridad e Infraestructura Crítica de la Información, se aprobaron modificaciones a la Ley de fraude en medios de pago y se logran avances relevantes en el proyecto de Ley de deuda consolidada.

PRINCIPALES RIESGOS

El escenario externo sigue siendo la principal fuente de riesgos para la estabilidad financiera local. Las condiciones financieras para emergentes pueden registrar un estrechamiento significativo si las tasas de interés externas se mantienen por un tiempo prolongado en torno a los niveles actuales o se incrementan aún más. En lo interno, la materialización de este tipo de escenarios podría hacer que la capacidad de pago de los deudores empeore más allá de lo anticipado. No obstante, los bancos aparecen resilientes en los escenarios de tensión considerados.

El principal riesgo es un aumento de la aversión al riesgo y una corrección abrupta de los precios en los mercados financieros. Dadas las elevadas valoraciones de precios de activos, diversos factores podrían gatillar ajustes abruptos en sus precios. En primer lugar, no es descartable un retraso del inicio de los recortes de la FFR. A lo que se suma un deterioro adicional —o prolongación— de la situación geopolítica global y sus efectos en la política monetaria de economías desarrolladas. De materializarse este escenario, podría gatillar una corrección abrupta en los precios de los activos financieros y elevaría los spreads de financiamiento para las economías emergentes. Además, se intensificaría la salida de capitales desde emergentes y se fortaleceríaglobalmente el dólar. La economía chilena se vería afectada por un encarecimiento del financiamiento externo y una depreciación cambiaria. Sin embargo, los efectos de esto último serían acotados por los reducidos descalces de moneda en las hojas de balance de empresas y bancos.

Las condiciones financieras para emergentes se volverían restrictivas en la medida que se consolide un escenario de tasas largas elevadas por un tiempo prolongado. Las presiones de gasto fiscal en las economías desarrolladas y los otros factores antes mencionados podrían significar un alza permanente en las condiciones de financiamiento de largo plazo. Este mayor costo de financiamiento dificultaría la renovación de la deuda soberana e incrementaría los premios por riesgo, afectando en mayor medida a aquellas economías con mayores niveles de deuda. Este aumento de las tasas base reduciría generalizadamente la capacidad de pago de los deudores, lo que podría tensionar los balances de los bancos a nivel global. Por su parte, tras un período prolongado de tasas de interés en niveles bajos, es posible que se hayan acumulado vulnerabilidades por una excesiva toma de riesgos en busca de mayor rentabilidad. Esto podría generar tensiones en varios segmentos de los mercados financieros internacionales, como Instituciones Financieras No bancarias con mayor apalancamiento, exposición a activos poco líquidos e interconexión con el sistema financiero.

A las vulnerabilidades ya identificadas en IEF previos respecto de la banca regional de EE. UU. y la economía china, se añade la preocupación por el sector inmobiliario no residencial en países avanzados. Esto último se ha expandido a algunos países de Europa expuestos al mercado norteamericano y se ha intensificado ante el escenario de altas tasas. Aun cuando estos riesgos parecieran estar contenidos, no es descartable que pudieran dar lugar a nuevos episodios de desconfianza —como los vistos en marzo del año pasado— con riesgo de contagios generalizados. En China, los riesgos financieros persisten, debido a la debilidad de su sector inmobiliario y altos niveles de deuda. Todo lo anterior, se observa en un contexto de endeudamiento soberano global que continúa elevado en perspectiva histórica.

Ante la materialización de un escenario de riesgos externos que estreche significativamente las condiciones de financiamiento es posible que se profundice el deterioro en la capacidad de pago de los usuarios de crédito a nivel local. En particular, una prolongación del escenario de tasas largas altas que frene la recuperación del sector inmobiliario podría intensificar la debilitada situación de las empresas del sector. Por su parte, condiciones externas notoriamente más estrechas deteriorarían la actividad, el empleo y los ingresos de los hogares, con mayor incidencia en los hogares más vulnerables y las empresas de los sectores más procíclicos, como por ejemplo comercio.

Los ejercicios de tensión bancarios dan cuenta que la banca local se mantiene resiliente. Los resultados muestran que el sistema permanece con niveles adecuados de liquidez, provisiones y capital para mantenerse solvente frente a escenarios de tensión severos (Grafico 4.2). No obstante, conforme continúe el proceso de implementación de Basilea III, enfrentará mayores requerimientos de capital, por lo que deberá seguir fortaleciendo sus bases de capital.

 
Gráfico 4.1: Índice de Cuota Impaga por crédito
(porcentaje de la deuda morosa por crédito)
 
(*) Índice que pondera la deuda en impago respecto del total de la deuda por cartera. Para deudas de consumo se considera en mora la deuda entre 90 y 180 días, para deuda hipotecaria y comercial se considera deuda en impago entre 90 días y 3 años. Fuente: Banco Central de Chile.
Gráfico 4.2: Holguras de capital bajo escenario de estrés severo
(porcentaje de activos ponderados por riesgo)
 
(*) Exceso de patrimonio efectivo sobre el mínimo y colchones regulatorios. Considera los límites particulares de cada banco. A partir del 2021 se consideran las SAG de consumo. Fuente: Banco Central de Chile en base a información de CMF.
 
 

La situación macrofinanciera externa releva la importancia de seguir aumentando la resiliencia de los agentes locales y del sistema financiero. La incertidumbre respecto del control de la inflación y sus efectos sobre la política monetaria en EE. UU., junto con otras fuentes de riesgo, como los conflictos geopolíticos y la situación fiscal en países desarrollados, hacen prever que las condiciones financieras pudieran mantenerse ajustadas por un tiempo prolongado. A nivel local, la resolución de los significativos desequilibrios macroeconómicos ha permitido mejorar la posición financiera de los agentes locales, como el ahorro de los hogares y el balance de las cuentas externas, aunque ciertos sectores permanecen rezagados. La profundidad de mercado continúa en niveles bajos, lo que ha reducido la capacidad de la economía para amortiguar shocks externos. Así, se requiere continuar fortaleciendo la resiliencia del mercado financiero con el objetivo de enfrentar un contexto internacional incierto y eventuales shocks adversos, sin poner en riesgo la estabilidad financiera.

El Consejo ha decidido mantener el RCC en un nivel de 0,5% de los activos ponderados por riesgo (APR), el que será exigible a contar de fines de este mes. Este nivel se mantiene como una medida precautoria ante una incertidumbre externa y un balance de riesgos similares al del IEF anterior. Esto mantiene vigente la posibilidad de un evento negativo extremo, que implique una disminución significativa del crédito. Contar con un colchón de capital previamente constituido, que pueda ser liberado al concretarse un evento de esta naturaleza, ayudaría a mitigar sus impactos en la provisión del crédito a hogares y empresas.

Tal como se anunció en el IEF anterior, durante este año el Consejo ha estado profundizando en el marco de aplicación del RCC, incluyendo la definición de su nivel neutral.